domingo, 11 de outubro de 2015



     - Todo eso son bobadas - le dije, quitándole importancia - Viste dónde se produjo la explosión? Qué es lo que pasó? Porque vosotros fuisteis los primeros en llegar...
     - Lo más seguro es que haya sido un sabotaje. Alguien la habrá hecho a propósito. Todos los chicos piensan lo mismo.
     Entonces decían eso. Y lo creían de verdad.
     Al día siguiente, cuando llegué, ya los habían separado; cada uno en una sala aparte. Les habían prohibido categóricamente salir al pasillo. Hablarse. Se comunicaban golpeando la pared. Punta-raya, punta-raya. Punto,,, Los médicos lo justificaron diciendo que cada organismo reacciona da manera diferente a las dosis de radiación, de manera que lo que uno aguanta puede que no lo resista otro.(...)
     Viví tres días en casa de unos conocidos de Moscú. (...) Ahora me admiro de aquellos conocidos míos; tenían miedo, por supuesto; no podían dejar de tenerlo; ya corrían todo tipo de rumores; pero, de todos modos, se prestaban a ayudar-me: coge todo lo que necesites. Cógelo! Y él cómo está? Cómo se encuentran todos? Saldrán con vida? Con vida... / Calla. /
     En aquellos días me topé con mucha gente buena; no los recuerdo a todos. El mundo se redujo a un solo punto. Se achicó... A él. Solo a él... Recuerdo a una auxiliar ya mayor, que me fue preparando:
     - Algunas enfermedades no se curan. Debes sentarte a su lado y acariciarle la mano.
     (...) Las quemaduras le salian hacia fuera. Aparecían en la boca, en la lengua, en las mejilas... Primero eran pequeñas llagas, pero luego fueron creciendo. Las mucosas se le caían a capas..., como si fueran unas películas blancas... El color da la cara, y del cuerpo... azul..., rojo...., de un gris parduzco. Y, sin embargo, todo en él era tan mío, tan querido! Es imposible contar esto! Es imposible escribirlo! Ni siquiera soportarlo!...
     Lo que te salvaba era el hecho de que todo sucedia de manera instantánea, de forma que no tenías ni que pensar, no tenías tiempo ní para llorar.
     Lo quería tanto! Aún no sabía cuanto lo quería! Justo nos acabábamos de casar (...) El curso clínico de una dolencia aguda de tipo radioactivo dura catorce días... A los catorce días, el enfermo muere...
     (...) Me acerqué a él y lo besé.
     - Amor mío. Cuánto te quiero.
     Y él, que se me pone protestón, y me dice:
     - Qué te han dicho los médicos? No se me puede abrasar! Ni se me puede besar!
     No me dejaban abrazarlo. Pero yo... Yo lo incorporaba, lo sentaba... Le cambiaba las sábanas... Le ponía el termómetro, se lo quitaba... Le ponía y le quitaba la cuña. Lo aseaba... Me pasaba la noche a su lado... Vigilando cada uno de sus movimientos, cada suspiro.
(...) - Eres joven. Cómo se te ocurre? Si esto ya no es un hombre, es un reactor nuclear! Os quemaréis los dos - Y yo corría tras ellas como un perrito. Me quedaba horas enteras ante la puerta. Les rogaba, les imploraba. Y entonces ellas decían: "Que te parta un rayo! Estás loca perdida."
(...) Salgo de la sala al pasillo. Y me guío por la pared, por el sofá, porque no veo nada. Paro a la enfermera de guardia y le digo:
     - Se está murriendo.
    Y ella me dice:
     - Y qué esperabas? Ha recibido mil seiscientos roentgen, cuando la dosis mortal es de cuatrocientos. - A ella también le daba pena, pero de otra manera. En cambio para mí, él era todo mío. Lo que más quería.
     Cuando murieron todos, reparararon el hospital. Quitaron el yeso de las paredes, arrancaron el parqué y lo tiraron. La madera,,,

   Alexievich, Svetlana. Voces de Chernóbil, Crónica del futuro. Barcelona: Siglo XXI de España Editores, 2014, pp 26 - 34.
.
.