quinta-feira, 26 de janeiro de 2017

Aquando da sua última visita a Portugal, uma escritora e professora madrilena conversava comigo - num dos cafés do centro de Lisboa - acerca do que se ia fazendo, em termos de poesia, em ambos os países. Trocávamos nomes, títulos e projetos em que ambos andávamos envolvidos. A certa altura, ela escreveu num guardanapo de papel três nomes de poetas e, passando-mo, disse: "Não percas estes!" Depois, seguiu-se a terrível odisseia que sempre é comprar livros num país mesmo aqui ao lado. De dois desses autores já falei neste espaço!
A poesia de Juan Antonio González Iglesias tocou-me, num primeiro momento, por dois procedimentos estílisticos que raríssimos poetas conseguem levar a bom porto: primeiro, o enfatizar do território do sentido na estrutura poemática sem que isso se traduza num discurso banal e corriqueiro em torno do quotidiano ou em qualquer panfletarismo titubeante e gratuito. A poesia de González Iglesias é, ao nível do sentido, simultaneamente firme, segura mas serena; lúcida na sua relação com o sócio-cultural mas não arrebatada; o segundo aspeto prende-se com o cultismo desta escrita, ou seja, a forma equilibrada, sabiamente doseada, com que se trabalha uma erudição, que se percebe ser vasta, sem que isso se transforme num qualquer hermetismo preocupado com a imagem a dar. Finalmente, convém acrescentar que o referido enfatizar do sentido, jamais macula - quer nos poemas longos quer nos curtos - todo um ritmo inerente ao dizer poético, que podemos detetar tanto nos poemas de verso longo como nos outros.
Os dois poemas que serão postados - um longo na versão original e um curto numa tradução minha - tentarão ilustrar, e confirmar, o anteriormente dito.
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  "Libérame del reino de la cantidad"

Libérame del reino de la cantidad.
No permitas que sea valorado
por el número de amigos o de seguidores
que pudiera tener en una cosa denominada red.
Haz para mí este milagro mínimo como la hoja recién brotada del sauce.
Quita mi firma electrónica de los servidores que me avasallan.
Limpia de servilismos mi rotina.
Consigue que me escuchen aunque sea yo el único
que dice lo que digo.
Haz que no tenga que solicitar miles
o decenas de miles de firmas para obtener una ligera mutación en el orden del mundo.
Líbrame de la estadísticas, de los altavoces, de los muchos.
Líbrame del ingenio que seduce a los fáciles.
Haz que no tenga que integrarme en equipos.
Destruye la palabra cronograma.
Borra los documentos en los que he anotado
lo que voy a pensar y a soñar en los próximos años.
Otorga transparencia a mi futuro.
Invísteme con la soberanía del árbol,
guarda para mí una partícula de la integridad de Sócrates
cuando moja sus pies en el río de Atenas.
Que pueda soñar único, escribir único
rodeado de únicos.
Déjame que me ponga mis mejores ropajes
para leer a los clásicos.
No tenga que mirar las listas de ficción o no ficción,
las cifras de la audiencia, el número de visitantes.
Sácame de la cultura de masas que oprime mi caja torácica
con su descaro creciente en proporción geométrica.
Haz que la razón como un viento delicado cruce de mi cerebro a los otros cerebros
sin gritos.
Dame fuerza para seguir aunque no tenga a nadie
que acompañe mi pensamiento.
Dame un corazón sensato paro no excluyas la locura ni la valentía necesarias
para oponerme con elegancia a las necesidades,
para ser invulnerable a las modas,
para prescindir de las bibliografías con un golpe de audacia.
Cumple tu promesa: Que se abran las puertas.
Descerraja las rejas de las reuniones, de los consejos, comités, comisiones y asambleas,
para que pueda salir a la mañana en la que sopla la primavera impaciente.
Borra las convocatorias y las citaciones.
Tú, que eres enemigo acérrimo de todo lo absurdo,
anula de una vez las entelequias.
Haz que no tenga que rellenar más formularios.
Limpia mi piel de códigos de barras.
Deja que me sacuda de encima las claves alfanuméricas que el Poder me impone.
Llévame a mi tiempo, a la época del agua.
Deja que me descalce sobre el prado.
Déjame ser el último cualitativo.
Concédeme vivir como Montaigne
o como Jaccottet a la luz del invierno.
Libérame del reino de la cantidad.


 Iglesias, Juan Antonio González. Confiado. Madrid: Visor Libros, 2015, pp 32-34.
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